July 31, 2007
July 29, 2007
Erratas de una escritora
entre sueños te encontré.
Al amanecer te perdí,
por la tarde te bese.
July 28, 2007
Locura de Medianoche
July 27, 2007
Alucard
Él es el rey de los no muertos, el más grande de los Nosferatus, el arma más poderosa de Hellsing. Tan sólo otro que busca encontrar lo que todos pretendemos encontrar, pero con un alma inmortal y con una fuerza que sobrepasa a la de los mortales. Fiel sirviente de la noche, humilde siervo de su ama, así es él. Con porte impecable, su guerra es la afrenta de su propia condición, su pensamiento es otra forma de la filosofía de lo extraño y de lo que nos aterra, la crueldad de sus palabras infunde en el que las oye la agonía de la incertidumbre, pero también retruena la verdad de las mismas en el aire que hace ondular su capa. Sus armas no sólo son las armas que manipula con facilidad, la oscuridad que encierra su alma, si es que aún la conserva, adormece los sentidos, controla la noche y se derrama en el fracaso de su enemigo. Siempre con su peculiar mirada y su soberbia encarnada en su vestimenta, contempla la noche, mientras su enemigo le espera aterrado al escuchar su nombre, Alucard.
July 26, 2007
Ramillete de desilusión
July 25, 2007
Soliloquio
Baile para dos

July 23, 2007
Los pecados de un escritor
- Debes de pegar estas reglas en tu blog.
- Invita a hacer el meme a quien creas pertinente, si exceder el número 7, por qué, por cuestiones del autor
- Deja un comentario a esa persona a la que estás invitando en su entrada más reciente
- El relato de los pecados será acorde al susodicho
- No hay más reglas
La ira... ese sentimiento mordaz que recorre el alma y el corazón, es imposible controlar la sangre ferviente que corre por las venas, es reflejada en una mirada llena de crueldad, de odio, es llama encendida por el enojo, es indiferencia reflejada en un desprecio silencioso... que si he padecido de ella, temo decir que si, he sufrido de ella cuando veo el desprecio del hombre por sí mismo, la he sentido cuando veo la muerte de un inocente a manos de un traidor, he sufrido de ira cuando la mentira se usa como arma para conseguir fines ruines, cuando el chantaje gobierna y cuando el poder corrompe a tal grado que la lealtad y la camaradería dejan de existir.
La lujuria...ver el cuerpo desnudo de una mujer provoca en cualquiera la exaltación del sentimiento, trae consigo el fuego de la pasión descarriada, provoca tal necesidad que es imposible saciarla, pero a la vez es tan grande, tan bello tan sensual y apasionado...he aquí donde me declaro libre de ella, aunque me confieso culpable de amar de manera ferviente y entregada.
La gula...el hambre es sentir más que un hueco en el estómago, no sólo es no haber probado alimento en varias horas o días, es dejar de alimentar el espíritu que sufre los achaques de no haber probado las delicias de la tierra, el hambre es mala consejera de los hombres, pero su contraparte la gula, es peor. Aquella adormece los sentidos, elimina la inspiración, y llena no sólo la boca, sino al alma de un malestar disfrazado de placer... puedo con certeza asegurar que yo sólo deleito las uvas que necesito para mantener firme mi mano para escribir.
Envidia... me declaro pecador, envidio la belleza de la mujer, quisiera tener la serenidad de los vientos, quiero ser el que dé buenos consejos como el buen amigo, envidio al artista que en el lienzo logra plasmar su técnica y embellecer al mundo, envidio a las aves que surcan el cielo, y envidio el amor de la madre, tan puro y entregado.
Avaricia...deseo poseer lo más valioso de la vida, quiero ganar el amor de una mujer, quiero ser el mejor en lo que haga, sí soy avaro, pero es que tan sólo quiero lo que pueda tener por el fruto de mi trabajo.
Soberbia...vieja amiga, me acompañaste en mis momentos de grandeza, cuando mis desvaríos etéreos me sorprendían, siempre a mi lado, pero jamás sin tomarte en cuenta... sería arrogante decir que no he sido soberbio, pero como escritor ha de perdurar siempre la humildad que proviene de mi pluma.
July 21, 2007
Cuatro locos a la mesa
July 19, 2007
Al otro lado de la avenida
July 18, 2007
Sueños de insomnio

July 16, 2007
Pensamientos sueltos
July 13, 2007
El adiós de mi querido viejo
Vivir olvidando
Fue tan grande mi obsesión, que a la par del caminar del reloj, me fui olvidando de cómo vivir. Entre los recuerdos de tu cuerpo desnudo de domingo y las tazas de café del desayuno, me olvide de amarte.

July 09, 2007
Esperándote en un café
La semana transcurría como cualquier otra, los martes la panorámica de aquél restaurante estaba pincelada con las bicicletas que aguardaban por sus dueños, mientras el olor del café molido endulzaba la amarga tarde de los comensales. El miércoles y el jueves nada sucedía, todo era normal. Aquél lugar era como los demás establecimientos de la cuadra, las sombrillas de las mesas se encontraban empapadas por la humedad de la noche anterior, los meseros tomaban un minuto para admirar la mañana que despuntaba a temprana hora, y que marcaba el comienzo de otros días de poco servicio y de una buena charla con la señora Clarisa.
El sábado el lugar tomaba un aire de fiesta, ni un sólo asiento lucía vacío, el barullo era tan grande que el empedrado de la calle parecía participar en la charla de grandes empresarios, al compás de los motores de elegantes carrocerías. De vez en cuando el grito de alguna distinguida dama llamando al mesero opacaba las demás voces del salón, pero aquella algarabía nunca veía su fin, hasta el momento de acercarse a pagar la cuenta. El domingo, día de descanso para todos, el café permanecía cerrado. Las lonas que cubrían sus pequeños arbustos, se consagraban en el silencio de la mañana, de vez en cuando interrumpido por el grito de la madre llamando a su pequeño.
Una vez más, el lunes aparecía para comenzar la semana, y de nuevo la gabardina y el sombrero, siempre acompañados por la bufanda de ese hombre, llegaban para tomar su acostumbrada taza de té y deleitarse con el sabor de su tarta de manzana. Sin libreta una vez más, el sujeto de prominente estatura y de distinguido porte, tomaba la servilleta aún cubierta por las migas de la tarta, para escribir el nombre de Cassandra. Como siempre tomo la gabardina del respaldo de su silla, echo la bufanda al cuello y miró el reloj para asegurarse de que las manecillas aún marcaban las nueve, antes de arrojar las monedas sobre la mesa, para desaparecer entre la neblina de aquella mañana. El mesero olvidando las monedas, tomo la servilleta con cuidado y acompañado por su propia curiosidad y por la del resto de los comensales, se dispuso a leer aquellas tenues líneas escritas por aquél extraño. Apenas termino con la lectura de aquella servilleta, cuando un ensordecedor aplauso se apodero del lugar a la vez que las lágrimas brotaban de los ojos de algunas señoritas y sus madres. Esas frágiles líneas habían logrado aquello, algo que jamás se presenciaría en ningún otro lugar, un trozo de servilleta que aún con las manchas dejadas por la tarta permitía leer lo siguiente: Cassandra, no te conozco, no sé si ese será tu nombre, ni siquiera sabes quién soy, probablemente sólo nos hayamos visto una tarde, mientras caminabas al lado de tu madre al salir de la estación del tren. Pero sé, que un día llegarás aquí, te sentarás a mi lado y pedirás una taza de té y una tarta de manzana como lo hago yo todos los lunes por la mañana, y aunque nunca me has escrito la hora de tu llegada no puede ser otra que las nueve de la mañana. Su reloj aún marca las nueve, mientras como todos los lunes espera la llegada de Cassandra.
July 06, 2007
Camino a ningún lugar

July 04, 2007
Encuentro con la Muerte
El tiempo ha pasado, pero aún perdura la noche invernal, sólo otra noche de invierno. Aquél susurro me llama, primero débil y lejano. Mientras mis ojos tratan de abrirse la calidez de aquella voz se vuelve más cercana, sus palabras se aclaran en mi viaje a esa intensa luz blanca, el camino se acorta, mis ojos son cegados por aquél fulgor. Uno, dos pasos, cada vez estoy más cerca, el resplandor se vuelve más intenso, por fin he llegado, he logrado abrir mis ojos. Recostado en una incómoda cama de hospital, la luz blanca sigue iluminando mi rostro. Ese resplandor, no era sino una vieja lámpara de hospital, nada especial, sólo una lámpara. Aquella silueta negra que entro en mi estudio aquella noche, responde al nombre de Julieta, mi hija. Es por ella que ahora estoy recostado en esta incómoda cama, admirando otra noche de invierno, sólo eso, otra noche de invierno.
July 02, 2007
Recuerdos

La Luna me reclama
