November 17, 2008

Los absurdos del pensamiento

El orgullo es algo que pocas personas conservan intacto, invulnerable. Aquél cuyo nombre se convirtió en una paradoja y en una condición fatal de aceptación dirá que no hay peor trato que aquel que se le da al que con mal modo se dirige hacia uno mismo; parafraseando, si es que así me lo permite la soberbia y la mesura de quien estas líneas ha de tolerar, mientras sus ojos las desgarran para poder desentrañar su alma. De no ser así, quedará manifiesto que ninguna obra ha de escapar a una falsa apreciación, que se verá subordinada a los antojos y a los placeres de su autor en un primer plano, para ser degustada como un insignificante postre por su espectador, transformándose en un tótem de una idolatría pagana, a pesar de que sólo fuere un insignificante artefacto, por lo que sería contradictorio; pero alegarán los sucesores del pragmatismo, que es presumible que todo lo "creado" se encamina hacia una causa final en virtud del rasgo que ha imprimido la eficiente; mas, tal cuestión me confronta con una pregunta que tal vez divague sin respuesta al igual que yo, sin embargo, es necesario precisar si en algún momento se creó, se ha creado o se creará con el fin de producir un caos a partir de la destrucción sin presuponer una regeneración, lo que absuelve de creatividad o de criterio. Toda esta perorata no es sino el mero reflejo de una claustrofobia senil, provocada por un pensamiento idílico, utópico o como es que ahora se le denomine; es una bocanada negra que debe ser expulsada, tan poco común como el tratar de pensar o de intentarlo deviniendo de un encierro llamado coexistencia, ¿aislamiento tal vez?