September 27, 2007

Adolecente taciturno

La nausea es el sentimiento podrido que el hombre padece dentro de sí y con fundamento en aquel que le rodea y por desgracia cabe y debe contemplar. Mas, durará el suplicio eterno, lo que la propia proliferación de su peste virulenta quiera. El deseo amargo de superarse lo condena a la indigencia, a divagar en terruño de nadie, en pos de la nada. Contemplar el afecto, ese burdo anhelo que dicen llamar o denominar amor, amistad o sentimiento, no es sino, una efímera ilusión, estúpido deseo, banalidad encarnada, deseo vago. Tan sólo queda la condena perpetua del inmortal, en manos de la amiga soledad, fría y melancólica, siempre mía.

September 26, 2007

Leve indiferencia

Me he dado cuenta que no sirve de nada preocuparme por ti, eres ave libre y testaruda, mas nublas la vista de quien te admira. Soy tan sólo un viento pasajero en tu rostro, tan efímero e irascible como mis pesares, sólo que aquellos me pertenecen y tú no eres, sino un vaivén frustrante que debo olvidar. Jamás me he condenado a los placeres, siquiera a mis deseos y convicciones, ahora menos enajenarme a ti, cruda insignia de la banalidad, la frialdad y la desfachatez. Hermoso semblante, carácter sublime, subsumes los deseos a tu capricho, desilusión que habla por tu boca, amargo porvenir, condenada a tu razón y a la desazón de una vida incandescente; sumisa a tu propio devenir, castigo insulso el que has elegido. Y yo, solo en mi cómoda soledad, apacible y decadente, siempre inconcluso y nunca conforme con las ideas inverosímiles de una sociedad optimista y absurda. Indiferente ha de ser mi actuar ante los problemas del mundo, y ante tu decisión impía y tu caminar solemne. "Adiós al mundo y sus problemas..."

September 22, 2007

Discernir existencialista

Entremés beligerante, duda por antonomasia de todo, nunca abras las alas a la imprudente libertad, porque encontrarás tu condena, hallarás tu suerte y no podrás soportar el yugo de tu impetuosa vehemencia. Naces en la indigencia y lo ignoras, incluso desconoces que eres un imbécil ignorante, por ello, cuando te das cuenta, no eres capaz de aceptarlo, no tienes la fuerza, lo evades, le das la espalda. Maldito frenesí, cobarde sin remedio.
Ingenuidad o estupidez, qué piensas, qué eres, sino un mero reflejo de una banalidad inherente, de una abnegación reprimida, un enajenado entre la nada y el resto. Abre tus ojos, despierta, abrázate como una simple palabra, como una simple acepción de una nada impotente, incontingente y antropófaga. Añora la muerte, búscala y vive el desliz que te produzca, destruye el parangón material que te ata a tus deseos y esperanzas, date cuenta que no los tienes, sólo son presunciones, conjeturas aberrantes. Es tarde, pero al final has aceptado que no eres más que un vaivén interminable, intrascendente que se ha dado cuenta que es prescindible, ignorante y sin la fuerza rimbaudiana para afrontar su farragosa y decadente realidad.

September 21, 2007

Beligerancia primerisa

Verte con él me provoca nausea, me desespera, me carcome, me consume. Por qué lo miras, déjalo, apártate de su mano antagónica y manipuladora. Corrompe tus vicios, ensalza tus pasiones. Es un devenir constante, míralo, no hay sino una arrogancia investida, un ropaje vacío, es máscara sin motivo, lenguaje sin referente, inocuo, efímero, intrascendente. Aparta tus brazos de su yugo, libérate de su burda languidez; emana de su estupidez, habla, piensa y escapa. Gloria fatal, a eso te condenas, mientras sigas con él, no habrá cabida para ti, te exhortará a las trivialidades, tu propia ceguera se hará velo de una realidad inexplicable, irreverente, locuaz. No te banalices en sus modos ridículos, supera tu suplicio, abandona su enajenación, corta tus alas y déjalo morir en soledad. Sufre por tu felicidad, alcanza la muerte, conviértete en ave de Hermes, conságrate en aquel nombre, el tuyo; reconoce el ser que no eres, percátate de la ineptitud e incompetencia de aquél que no merece ser nombrado y menos existente en la percepción ajena de tus ojos.

September 18, 2007

Mudanzas

El viejo sofá reluce su ya empolvada investidura, mientras abandona la puerta del viejo comedor. Una lámpara, una almohada y un tomo algo deshojado de algún extraño manual se acomodan tan inescrupulosamente en cajas, que vencidas por el peso de los viejos enseres se rompen y desfundan vaciando su contenido por el piso de lo que alguna vez fue mi cocina. Mi dormitorio está vacío, ni una mota de polvo ha quedado en su lugar, hasta la más ínfima pelusa ha sido guardada con sus compañeras en los recuerdos de la ventana que alguna vez miró un bello jardín, que hoy no es sino una masa café y marchita. Doy la espalda al lugar de mi infancia, al hogar de mis padres, la melancolía me rechaza, aunque nunca ha sido mala compañera. Me voy, para regresar esporádicamente en navidad, en verano o en otoño, pero siempre visitas efímeras e inconclusas, igual que las tazas de café sobre la mesa las migajas de galletas sobre la camisa o la corbata. Mi nuevo orbe es frío y ambiguo, me exhorta a recorrerlo; la curiosidad me llama y voy tras ella como la incertidumbre tras la duda. El piso suele hacer ese sonido extraño cuando la suela del zapato lo toca. Las paredes son blancas, aunque los claroscuros le dan tonalidades grisáceas. He llegado a mi nuevo aposento. El armario me intriga, lo abro y encuentro una colación de curiosidades. Un viejo abrigo con olor a humedad pende de un gancho de madera, parece de mi medida, tan sólo le hace falta una visita a la tintorería. En el piso un viejo diario, no conoceré su historia, pues su letra es ilegible y las manchas del tiempo le han deteriorado. En un rincón, me he topado con una vieja muñeca, de cara fina y de cuerpo endeble, tal vez su amiga la olvido cuando empacaba, tal vez creció y la olvido en aquél vaivén oscuro, o simplemente yo hago demasiadas preguntas, mientras el nuevo dueño me ojea, antes de botarme a la basura con el resto del periódico que uso para trasladar sus cachivaches.

September 10, 2007

Existencia de lo exiguo

Miradas exiguas de fuego en lenguas de azufre, asomar la cara por la oscura rendija sobre las brazas encandiladas, de una llama hecha ceniza en un vacío sin salvedad. Andar por el terruño, excarcelar las emociones, correr a los brazos de la madre, llora y acoge tus lágrimas en sus ojos, clama dolor y grita clemencia, mas no demuestres al resto tu hermosa melancolía; no son dignos de mirar tan hermosa imagen, incluso yo profano esa belleza al tratar de describir este pasaje, esta anécdota, este vestigio. Irás al lado de tu orgullo, abrazarás al irreverente sarcasmo, morirás viviendo en la ironía, arrastrarás tus cadenas, compartirás tu condena y en la espalda llevarás el problema, no de tu simple y burdo ser, sino el del Ser.
Entregarás al embustero de capa negra a la guillotina de la indolencia y la resignación, sana incertidumbre, suplicio de clamores de altos esperpentos y desliz de colores, lo carcomerán tus miradas, te enjuiciará la navaja. Hacia el filo caminará tu conciencia, no habrá más dueña, no más señora, al fin serás Ave de Minerva encumbrada en la sublime libertad. Ya no estarás subsumida al egoísmo de aquella, nunca más. Volarás para que te corten las alas, derrocharás sueños y todos contigo en el suelo se verán al lado de mi boca y mi vehemente pensamiento, tan modesto como tu sumisa altivez.

September 06, 2007

Antojos del anónimo

Recuerda olvidar mi nombre en las mañanas apagadas, por la luz de una lámpara cuyo foco no alumbra ni el más ínfimo rincón de tu apacible avidez, por olvidar que no debes recordar mi nombre. Mas, el silogismo, absurdo, inverosímil, cómo olvidar lo que ya has recordado, cómo no recordar lo que has olvidado. Vagar es lo que queda, vivir en un desliz de la vivacidad, sumergirse en la catarsis, abandonarse a una supuesta anarquía moderada, al pesimismo decadente y tal vez caduco, al igual que la humanidad, que por pretensión de algunos, se ha institucionalizado y pronto habrá de caducar en su propio pensamiento, al igual que su obsceno consumismo y su perenne materialismo. Dejarse hacer, dejarse padecer, pero jamás dejar de hacer en la medida de lo que es imposible, o al menos inconcebible para el resto, pero no para los demás, o para ti. Porque el no hacer, es aún pero que esas elucubraciones inconexas, pinceladas por la nausea y la falsedad. Has y no controles, siquiera pretendas hacerlo, no te enajenes; camina sobre la vereda de algún afrancesado parque con un atuendo peculiar. En la bolsa del saco lleva un libro desconocido para el resto, tan falto de difusión como tú para con el resto de los caminantes del lugar. Un perro, grata compañía, ladrará, dirá tu nombre sin palabras, te hará notar, pero permanecerás en el anonimato, seguirás sin saber quienes son los otros y ellos te ignorarán haciendo aún más palpable tu ilustre nombre sin conocerlo. He ahí donde radica tu anacrónico anonimato, en la curiosidad de otro desconocido.

September 04, 2007

Rechazo creativo

La creatividad, no es sino una impía prostituta del autor y de su maquiavélica concepción, es caprichosa y escapa del deseo burdo del artista. Se regocija en sus placeres y camina entre los parajes quejumbrosos, oscuros por la mañana y alumbrados por al decepción de la noche. Anda y ve, presenta la disputa y apela a la misericordia de tu aberración; alecciona tus quimeras, controla la hidra que exiliada en la belleza, perece ante un estilo gótico, enigmático y abigarrado. Condena tus prejuicios, sopesa tus errores a través de la emancipación de los caprichos y la verdad; da cuenta de la aseveración que emana de la apresada libertad de aquella, intrincada en lo estético.
Ente farragoso, exigente de una exégesis, te augura una imperfección, tu creatividad ha de susurrarte, de sugerirte que lo evidente, al menos en la creación; capricho de una palabra, plasmada en la vaguedad, es lo más difícil de ver y de descubrir.



September 03, 2007

Paradigma

Soy esclavo de mi propia libertad, todo es un devenir, un vaivén entre elegir algo o no hacer nada, pero al final siempre hay que tomar una decisión. Quisiera, por lo menos una sola vez, no tener que decidir, ser en verdad libre, eliminar los prejuicios y dejar pasar. Lamento mi frustración, añoro mi desilusión y entierro bajo dilemas el resto de mi voluntad. Cobijo la condena autoimpuesta de mi conciencia, aquella siempre fiel a sus convicciones, sopesa mis dudas, juzga mis actos y sentencia mi ser. Se ufana parangonando la realidad con mi ser, me revisto en una capa gruesa de indiferencia, casi apático, pero aún padezco los dolores de mis propias dudas, todas ellas fruto de mi facultad, de mi voluntad, de mi libertad para conocer y reconocer el imperio de una razón impía, instrumental, que consagra un progreso ilusorio, que no es sino una mera contradicción que me corrompe y me desvela. Inundado por un sentimiento beligerante, me enciende un absurdo contemplar, es ridículo creer que puedo dejarme, tan sólo pretenderlo es una aseveración inexorable, mas el tiempo ha de ser mentor de una tesis improbable, pero metódica y pretenciosa. Es aberrante a mi ser, saber que la virtud no me llevará necesariamente a la felicidad, y que por ende caeré en una estúpida animadversión hacia mí, el conocimiento y la bondad; declararé entonces mi felicidad abierta y sin tapujos, y me percataré que aquella tampoco me hará virtuoso. Indescifrable resulta ser el enigma, insuficiente mi voluntad para descubrirlo, excesiva mi libertad, y abigarrado el estigma que habrá de marcarme en la decepción de mis propios esfuerzos, dejando inerme la conciencia de un ente prescindible y encerrado en sus quimeras.