Paradigma
Soy esclavo de mi propia libertad, todo es un devenir, un vaivén entre elegir algo o no hacer nada, pero al final siempre hay que tomar una decisión. Quisiera, por lo menos una sola vez, no tener que decidir, ser en verdad libre, eliminar los prejuicios y dejar pasar. Lamento mi frustración, añoro mi desilusión y entierro bajo dilemas el resto de mi voluntad. Cobijo la condena autoimpuesta de mi conciencia, aquella siempre fiel a sus convicciones, sopesa mis dudas, juzga mis actos y sentencia mi ser. Se ufana parangonando la realidad con mi ser, me revisto en una capa gruesa de indiferencia, casi apático, pero aún padezco los dolores de mis propias dudas, todas ellas fruto de mi facultad, de mi voluntad, de mi libertad para conocer y reconocer el imperio de una razón impía, instrumental, que consagra un progreso ilusorio, que no es sino una mera contradicción que me corrompe y me desvela. Inundado por un sentimiento beligerante, me enciende un absurdo contemplar, es ridículo creer que puedo dejarme, tan sólo pretenderlo es una aseveración inexorable, mas el tiempo ha de ser mentor de una tesis improbable, pero metódica y pretenciosa. Es aberrante a mi ser, saber que la virtud no me llevará necesariamente a la felicidad, y que por ende caeré en una estúpida animadversión hacia mí, el conocimiento y la bondad; declararé entonces mi felicidad abierta y sin tapujos, y me percataré que aquella tampoco me hará virtuoso. Indescifrable resulta ser el enigma, insuficiente mi voluntad para descubrirlo, excesiva mi libertad, y abigarrado el estigma que habrá de marcarme en la decepción de mis propios esfuerzos, dejando inerme la conciencia de un ente prescindible y encerrado en sus quimeras.
12 Comments:
aca te voy a dejar algo... es de un poeta que me encanta....hay un poema que me acuerdan a los ultimos escritos que has posteado...espero que te gusten....solo algo que quiero compartir con vos
Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!
¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda... oliverio girondo
un besote espero que te haya gustado
Venus: Muchas gracias por compartir estas líneas, me han agradado bastante.
Como de costumbre, profundo y revelador.
Este escrito me hace pensar,
-quisiera ser libre una sola vez en la vida-
cerrando los ojos, son casi las palabras que aveces me digo a solas.
Le dejo besos a la distancia. Cuidese.
Leyendo esta entrada he recordado una conversación con un amigo. De aquella nació una costumbre que empezamos a practicar. Cuando alguno estábamos así, sólo hacía falta una mirada y decir: "necesito un Macanudo" -yo no tenía ni que decirlo, él con la mirada ya lo sabía-. Esta era la solución a cualquier problema, a cualquier angustia, a cualquier apatía. Llamábamos Macanudo a esperar al viernes, cargar el coche con algo de ropa, un bañador, una toalla, un balón de fútbol y marchar a la costa a pasar con lo puesto el fin de semana. Aveces, para ejercer bien la libertad, hay que tomar aire. Quizá sea un Macanudo, quizá baste con unas cañas, o un café, pero nunca -tomando aire y sin encerrarse- nos debermos sentir prescincible y con quimeras. Salu2 y levanta ese ánimo.
Yo tambien quisiera ser libre, libre de pensamientos,libre de mis actos..aunque a veces resulta dificil.
Un besito.Mar
Y que somos? acaso no estamos llenos de contradicciones? y no son sanas al fin?
Me gustó mucho ,pero tómelo con mas calma. Algunas veces tomar aire también significa darse tiempo ppara que las cosas se acomoden un poquito adentro. Cuando las aguas están muy agitadas no es bueno tomar decisiones. Es el lema que practico, y se lo dejo como consejo.
Un abrazo
Vanesa Aldunate
libre...como el sol y como las estrellas sin que nadie tenga que ponernos normas,sería lo mejor pero creo,que sería el comienzo de una anarquía.
Siento no haber entrado en tu blog hace tiempo.,
¡Viva, pues, la anarquía! Leer a Chesterton: El hombre que fue jueves. Esa anarquía la suscribo.
Bien el poema de Oli. Revisa otro, el que lleva por nombre Lumía. Es rocambolesco.
Me gusta acá cómo lidias con la soledad frente a la decisión. Una vez más, suscribo. Buena pluma. Enhorabuena. ¡Y saludos!
Zerepica_n: Gracias por el comentario, será bueno informar que mis bestias internas están bien y tengo buen humor.
Meridiana: Tomar aire es bueno, en especial si es una aire que porta la humedad, después de una tarde o mañana lluviosa. Reitero mi humor va bien.
Naxcam: No te preocupes, es un placer verte por aquí.
Garcín Altoalcázar: "El hombre que fue jueves" es genial, concuerdo con esa anarquía. Gracias por el comentario, agradezco su presencia, siempre grata en mis letras.
La vida está llena de paradojas... yo también me siento esclava de la libertad... alguien no tendrá problemas con ella?
Oh sombra del escritor, qué verán tus ojos que tan tristemente relatan en estas líneas? ¿Qué sentirá tu alma que plasma tanta soledad? Describes como si tu vida ocurriera en un cuarto oscuro donde sólo pasan sombras, pero no ves a alguien; donde sólo oyes ruido, mas no palabras.
¿Qué pensamientos invaden tu mente?
Saludos...
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