November 29, 2007

Incipiente Despertar

Cuanto más te conozco, más deseo alejarme de ti, olvidarte y dejarte atrás como un engaño pasajero y ahora molesto. Mutile mi razón a costa de adentrarme en un mundo hostil y burdo. Abandone mi orgullo y fue victimado y erradicado de mi ser, y se anido en una soledad absurda y patética. Me miré y me produjo lástima aquel reflejo; sólo veía una lastimera silueta, olvidada de sí y por sí misma, por una máscara que expedía una fragancia enajenante y que al paso del tiempo se volvió nauseabunda y rutinaria.

November 23, 2007

Diálogos

[Una propuesta dialéctica entre Sartre y Nietzsche]

Alucard: ¿Y que más da si han de juzgarnos? Nunca ha importado al mundo lo que somos, siempre nos ha ignorado a la hora de decir misa.

De-scartes: Más aún: ¿A quién le hace caso Dios cuando llueve?; no sería, más bien, una fijación nuestra, un anhelo absoluto del sin sentido de nuestras vidas.
Y es esta época de mierda, pretendidamente humana, la que nos conduce, como a una manada de cerdos, a la perdición y condena; a soportar ese yugo autoimpuesto que se ha transformado en paradigma de nuestra cultura. El ser en "A" excluye la posibilidad de existir, formar, vivir, pensar en "B".
Todo cabe en cómodos modelos, en pequeñas cajas ajustables que se apilan y se esconden en un rincón; se dejan para después; aparatadas para que el polvo y el moho sean los últimos jueces.

Alucard: ¿Dios?, siquiera es prudente hablar de Él, de esa nada impotente; insulsa pretensión, soberbia e insatisfactoria respuesta de las masas a sus intrascendentes problemas, esperanza vaga. ¿Pero, no es acaso el ser un supuesto "A" una estúpida máscara?; un tapujo del miedo y el pesar y no es la más grande de éstas el amor. Se ama, si es acaso posible, no por entrega, estupidez o cariño, sino por miedo a la soledad. Soledad y no amor es la que acontece.

De-scartes: Pero es ese amor, precisamente, la última lógica de la sin razón del hombre: pero no es el amor referido a lo otro, sino a lo propio.
Y ¿Qué hacemos con nuestra soledad?, justo en ese punto donde yo ya no soy yo sino una entidad ajena, incognoscible, pero que, por alguna extraña razón, siente en mí y yo en ella; es el punto de fusión, de desprendimiento: mi conciencia se va y deja a mi cuerpo solo, desnudo, victimado por sus propios instintos. Pero justo allí llega el amor: mi conciencia, mi alma, mi razón, sin motivo alguno, regresa a hacerme compañía, a verme a los ojos y decirme ¡Vamos, levántate!
Y entonces despierto y vuelvo la cabeza al espejo de la realidad y veo que todo está solo, aislado: pero yo ya soy libre; yo soy con mi conciencia, y, con ella, soy indestructible, inmortal: ya no necesito de Dios: "ya no soy hombre, soy dinamita".

Alucard: Abrir los ojos para derramar indiferencia y sangre antes que esas burdas lágrimas. Aquellos es un gran logro, hallar la soledad entre la estúpida multitud, ver la realidad como un triste espejo; ahí donde el resto no ve nada, ni conoce, ni llama, en ese lugar nos encontramos; solos, pero libres, desentendidos del mundo y sus problemas. El discurso trillado, antiguo, bizantino y bizarro, el mismo de siempre. Ingenuos todos los que dan la espalda a su impía circunstancia, agraciados o imprudentes los que no la niegan, la admiran y después caminan alejándose de ella, porque al final no pudo robarles nada ni cambiar en absoluto la conciencia del yo libre.

De-scartes: Y es ese "yo libre" del que hablas el que debe ser nuestra máxima, nuestro principio; punto de partida para la auténtica muerte que nos ha de llevar a la anhelada resurrección de la razón. Ya somos otros, somos los hoy desterrados y mañana venerados, hijos de nuestra propia mente: criaturas suprahumanas con un sólo propósito: el del Ave Fénix: destruir y regenerar; reducirlo todo a cenizas y crear de ellas la nueva raza: El Hombre Único.

Alucard: Agraciado será el que hoy desterrado y repudiado se carcome entre desvelos, entre la nausea y la angustia; porque el plumaje de fuego de su peculiar cordura, habrá de convertir en polvo lo que a vuestro gusto nos ignora y repudiamos. Hombres nuevos, aquellos que antes juzgados dieron la mano para sí, virando al decencia inocua a la congregación inerte y sin razón de la absurda mayoría. ¿Al final, habremos de dirigir o de juzgar?

De-scartes: Las dos cosas: juzgaremos por venganza y seremos los jerarcas de la Nueva Raza en la medida de nuestra propia voluntad caprichosa: destruyendo lo prescindible y levantando la Razón. Voluntad de poder es voluntad de hacer.

November 16, 2007

Baladí del abandono

Heme aquí, abandonado, desilusionado de mi propio esfuerzo inútil, de tu soberbia pretensión; hoy puedo decirte a la cara que te desprecio y que te he olvidado, que al final ha destrozado mi arrogancia tu impío recuerdo. Duele perder, mas es peor ser derrotado con la propia victoria, con los propios saberes. Morir es la solución al problema de que somos nada y nuestras circunstancias, pero aquél que apresura el paso, encaminándose al encuentro con el fin y el principio de la insatisfacción y la negación, no es sino un miserable y el más resignado y prudente de los hombres. Tú eres tan antagónica como tu insatisfacción, tan indecisa como el temor que guardas y rehuyes. Errante vagarás por los lares del destino, del mismo que desprecias, de ese que te ignora. Voltearás sobre tu hombro y me habré marchado por el camino de tu ignorancia, desapareceré en tu envidia y partiré del andamio de tu ceguera. Siempre los ojos ciegos y sangrados, se abren para percatarse de la trivialidad del mundo, del baladí de la vida y la arrogancia del todo, pero también, para enterrar y alejar de mi soledad tu presencia y la del resto, que no es nada sin su circunstancia.