La cotidianidad de la filosofía
Una tarde tranquila se encuentra allá afuera mientras bebes una taza de café y lees que el hombre no es más que su propio lobo. Detrás de ti un gran librero lleno de razón, de empirismo y de reflexiones, cada una de sus repisas se reviste con los más grandes pensadores. Por la mañana el mundo de las ideas de Platón cubre las grises páginas de tu periódico, mientras bebes tu jugo de naranja. Por las tardes miras la lluvia a través de la ventana de tu estudio sentado frente a tu escritorio. A tu derecha una pluma escasa de tinta, a tu izquierda una pila de anotaciones. Las gotas de lluvia siguen empapando el cristal de tu ventana, pero a ti sólo te importa descifrar si el Absoluto de aquél pensador alemán es el mismo que Feuerbach pretendía olvidar. El devenir de tus ideas trae consigo la fría y seca imagen de Nietzsche, y te preguntas si su pensamiento será otro ídolo que encontrará su ocaso. De los clásicos a los medievales, de los ilustrados a los modernos te conducen tus pensamientos, con el único fin de descubrir y comprender aquél sistema, ese arte, esa ciencia que han llamado filosofía, y que no es otra cosa que el más grande saber.
Las horas han transcurrido y el Sol se ha ocultado tras el horizonte, la noche te ha encontrado aún despierto en tu búsqueda de la verdad. Tu cuerpo presa del cansancio te implora te detengas sólo un instante, sólo hasta que la luna vuelva a dormir. Al caminar hacia tu cama, otras tantas ideas recorren los senderos de tu razón. Hoy has terminado, sabes que has comprendido cosas nuevas y a la vez nuevas interrogantes se han develado ante tus ojos, y es por eso que añoras ver la luz, para regresar a esa cotidianidad que llamas filosofía.
Las horas han transcurrido y el Sol se ha ocultado tras el horizonte, la noche te ha encontrado aún despierto en tu búsqueda de la verdad. Tu cuerpo presa del cansancio te implora te detengas sólo un instante, sólo hasta que la luna vuelva a dormir. Al caminar hacia tu cama, otras tantas ideas recorren los senderos de tu razón. Hoy has terminado, sabes que has comprendido cosas nuevas y a la vez nuevas interrogantes se han develado ante tus ojos, y es por eso que añoras ver la luz, para regresar a esa cotidianidad que llamas filosofía.
6 Comments:
PRIMERO TE FELICITO. Gran Gran texto y me honra su contendio. Sigue asi vas por buen camino
¡BLEH!
pero ¿por qué cotidianidad?
¡La insoportable levedad de la cotidianidad! Por eso está muy correcto leer novelas y ver a House.
House es muy bueno. Cotidianidad tal vez en el sentido de que aquellos textos y esas reflexiones son ya tan comunes para el filósofo que se vuelven rutinarias, y sólo algún sobresalto intelectual lo hace salir de su anterior pensamiento. De cualquier forma en este texto se busca hacer un modesto homenaje a todos los que hacen filosofía.
Se aprende más de la vida sintiendo el poder de la lluvia sobre tu piel, que desifrando a los clásicos. Pensar es excelente, pero la experiencia da más lecciones que cualquier texto.
Bien dicho Julio ¡Bleh!
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