Pétalos de rosas y violetas

A ti que eres luz de mis ojos en lugar de darte amor y caricias, sólo te he dado dolor y desdichas. Tú que en mis labios buscabas el beso de un amante, sólo encontraste la frialdad de alguien que no supo amarte. Hoy, ya es tarde para pedirte perdón, el tiempo ha pasado y ese momento se ha llevado, hoy me arrepiento de todas las veces que tus caricias rechacé, hoy extraño el calor de tu cuerpo junto al mío cada vez que el alba despunta y se asoma por la ventana del balcón. Aquél jardín que con tanto afán cuidaste se ha marchitado, y ahora se ha convertido en pétalos de rosas y violetas que me hacen recordarte. Y es por eso que ahora estoy aquí, porque al ver como el viento hacía bailar con docilidad aquellos pétalos, como un taza de café estrellándose contra el suelo, vino a mi recuerdo tu imagen delicada. Mientras cuidabas aquél jardín bailabas con la gracia de las garzas, tus pasos eran delicados, ibas y venías de un lado a otro, era tan jovial tu baile que inundabas de vida a tus rosas y maravillabas a tus violetas, parecía que bailaban al compás de tu cintura.

Sé que me has perdonado, pero necesito decirte, que no alcanzarían las palabras para demostrarte mi arrepentimiento, no sería suficiente derramar tantas lágrimas como gotas de lluvia, para que el mundo conozca mi dolor. Yo quisiera regalarte todas las flores de los campos de eterna primavera, como prueba de mi amor y arrepentimiento, pero sólo puedo darte un ramo de rosas y otro de violetas que ahora se empapan con la humedad del pasto, mientras camino alejándome de tu tumba.