Cáliz de vida
Toda mi vida fueron amarguras. Cada momento que pase a tu lado no fueron sino malas experiencias. Vivir junto a ti fue la peor tortura, incluso hubiera preferido el suplicio del infierno a seguir padeciendo la sombra de tu tormento. Cada vez que tu sombra se asomaba por la puerta, mi garganta se secaba, mi cuerpo se petrificaba, y el más grande de los miedos se apoderaba de mi alma. El sólo verte era motivo para temerte, mis gritos no te conmovían, la frialdad de tus ojos se clavaba sobre mi pupila, relejando el más profundo rencor en mi ser. Jamás mostraste tu dolor o tu agonía, no derramaste una sola lágrima frente a la tumba melancólica de mi madre. Sólo sabías transmitir dolor, odio, repugnancia y resentimiento, eras un ser cruel, el dolor de los demás te producía placer en lugar de compasión, sólo eso eras, un ser despreciable.
El tiempo ha pasado y ahora entiendo que aquél semblante rígido, frío y cruel, sólo era una máscara tras la que te ocultabas, tras de ella no había un hombre fuerte y severo, sino por el contrario se hallaba un hombre dedil, cobarde, temeroso de la vida y de los demás, un hombre que intentaba huir de la soledad, que buscaba comprensión, pero que jamás la encontró. Aún trato de olvidar aquél martirio, de borrar los golpes de mi alma y de mi cuerpo, intento imaginarte sin tu fuete en la mano, pero no puedo, cada vez que lo hago sólo puedo recordar mis gritos, mis lágrimas corriendo por el suelo, mientras tú me lanzabas a él después de golpearme con tu mano. Nunca podré olvidarlo, hoy sólo puedo decirte, que el resentimiento que nublaba mi alma se ha ido, y por fin te he perdonado, ahora sólo tengo un triste recuerdo de ti padre.
El tiempo ha pasado y ahora entiendo que aquél semblante rígido, frío y cruel, sólo era una máscara tras la que te ocultabas, tras de ella no había un hombre fuerte y severo, sino por el contrario se hallaba un hombre dedil, cobarde, temeroso de la vida y de los demás, un hombre que intentaba huir de la soledad, que buscaba comprensión, pero que jamás la encontró. Aún trato de olvidar aquél martirio, de borrar los golpes de mi alma y de mi cuerpo, intento imaginarte sin tu fuete en la mano, pero no puedo, cada vez que lo hago sólo puedo recordar mis gritos, mis lágrimas corriendo por el suelo, mientras tú me lanzabas a él después de golpearme con tu mano. Nunca podré olvidarlo, hoy sólo puedo decirte, que el resentimiento que nublaba mi alma se ha ido, y por fin te he perdonado, ahora sólo tengo un triste recuerdo de ti padre.
1 Comments:
woooow!!! este texto pasa a mi coleccion de favoritos!!! me latio muchisimo como reflejaste esa figura del padre frio y autoritario, el dialogo es fluido y con mucho sentimiento, muy buen texto
Saludozz
Smooth
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