Vivir del elogio
Si sólo fuera la ovación móvil de mis escritos, entonces con franqueza puedo decir que cuando las palmas cesen de aplaudir y los coros dejen de cantar alabanzas, entonces y en ese momento mi arte y su belleza dejarán de existir, pues no hayan más una causa de existencia. Tal es el caso de todos aquellos que viven del ensalzamiento de su obra por parte de la crítica y de la glorificación de la misma por parte de la vox populli. Ellos y sus obras están condenadas a ser desechadas rápidamente, pues cuando todos los que la alabaron se olviden de ella o ellos dejen de permanecer en el mundo, la obra y su contendido se enterrará en la misma tumba fría y cobijada por la figura sombría del olvido, que los que hablaron laureles de ella.
En cambio aquél que como yo, sólo busca expresar la belleza del mundo y de lo que le merece esa cualidad, a través de las palabras plasmadas en escritos, sean prosa o versos de un poema, y a su vez sólo quiere cristalizar el sentir del momento, inmortalizar ese pensamiento producto del éxtasis del sentimiento, que proviene de lo bello y sus cualidades, logrará todo aquello. Y si consigue que al final lo plasmado en el papel refleje ese sentir y esa belleza que buscaba, entonces la alabanza vendrá por sí sola, como algo aledaño a la misma belleza, y al pensamiento y al sentimiento del escritor.
En cambio aquél que como yo, sólo busca expresar la belleza del mundo y de lo que le merece esa cualidad, a través de las palabras plasmadas en escritos, sean prosa o versos de un poema, y a su vez sólo quiere cristalizar el sentir del momento, inmortalizar ese pensamiento producto del éxtasis del sentimiento, que proviene de lo bello y sus cualidades, logrará todo aquello. Y si consigue que al final lo plasmado en el papel refleje ese sentir y esa belleza que buscaba, entonces la alabanza vendrá por sí sola, como algo aledaño a la misma belleza, y al pensamiento y al sentimiento del escritor.
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